Me creí inventor del juego perfecto Uno en el que siempre pierdo Pero que me permite ser sincero Amar y odiar, sentir, estar despierto Conseguir nuevos y dificultosos senderos Conocer lugares y paredes de yeso Sobre las que dibujar un te quiero, O un te odio, o la huella de un tiempo.
Lugares de inmensidad y desierto Selvas húmedas de vientres eternos.
Me inventé tu cuerpo y lo puse lejos Lo cubrí de nubes y lo subí al cielo Para poder perseguirlo y nunca cogerlo Para poder decir que no es culpa mía perderlo. Que no hay besos sin paradero Ni amores perdidos en el recuerdo Que todos son presentes, todos enteros A todos los guardo un lugar entre mis secretos.
Placeres de vitalidad y defectos Sendas que se funden en cuerpos
Y me lanzo y pienso que te tengo Y me levanto porque tengo un sueño Y no estaba durmiendo, estaba cayendo Y no estaba cayendo sino muerto Pero no es cuestión de lanzar besos Pero no es la sensación de miedo Pero no es tu cuerpo un infierno Pero no es perfección sino deseo.
Si quieres por afinidad te espero Seas lo que sepas o me quieras, te veo. Allá donde empezó nuestro juego Entre el cielo y el dolor te retengo. Tan dentro, tan dentro, tan dentro Que mi corazón late enfermo Exento, vivaz o lento, siempre seco Sincero, apagándose y sufriendo
Como el del resto.
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