El renacer entre las leyes de lo natural como entre renglones del libro eterno Y a la vez efímero e intenso, jugando en la noche a ser nadie, a olvidarme con el paso del aire. Nada más que el equipaje de la luna.
Y extiendo el deseo por la ventana Y acaricio el viento y el tren amaga cortando acantilados estrechos, recovecos, los mismos donde guardamos los secretos. Y las vías se entrelazan con las espigas, me mira la vida y se gira.
Apago el querer por querer Y el amar por ser amado Y vuelvo una y otra vez a cruzar el mismo lago, Y, a nado, canto y trago susurro mis pasos y se pasa la sed.
Y respiro sigiloso el desprecio, el tuyo y el propio, el de todos, Y los hago míos y los deshago Y pienso que amo, pero me engaño. Por si acaso respiro, pero volveremos a estar solos. |