Claros, como días de verano, Escucho clarinetes tempranos. Oboes y altibajos.
Calles hendidas en la tierra Al compás del árbol y la sierra, Como el crujir de mis cuerdas.
No hay ton, pero sí son, Banda sonora en los días sin sol, Buscando en el mástil un do.
Oscuros, como días de invierno, Veo las nubes y mis deseos. Lejos y húmedos.
Estepas consumidas por asfalto, Como mantas de infierno amargo, Y el do de mi réquiem vagando.
No hay brillos, pero sí cristales Entre los dientes que aprieto, señales. Vísceras de progreso y sangre. |