Puede ser que necesite una tormenta, un remolino inesperado dentro de esta marejada; una vuelta más dentro de esta ola de agua salada, un enemigo que no sea yo, para poder ganar alguna refriega.
Quizá consiga entonces sonreír a la ausencia; la que dejan los días y sus agujas tibias de vida, esas mismas que te empujaron a sonreir en la distancia, mientras soñábamos con estar cada vez más cerca, hasta perder en todas las miradas la sutileza. Convertirnos en extraños, caminantes y disfraces, compartiendo desde el olvido, vivencias fugaces. |