Nos falta originalidad, me sorprendo a mí mismo secundando consignas insulsas o incluso aborrecibles, insultos sexistas, homófobos y machistas, sin ningún sentido, que apelan a algún familiar de la persona (que suele ser su progenitora/o), achacándole defectos que podríamos tener cualquiera, frases sin sentido, mentiras, gritos presumidos de falso orgullo, cánticos de borregxs, repetidos hasta la saciedad sin pensar para nada en su contenido... La honestidad se nos perdió por el camino, la perdimos en pos de un triunfo inmediato e irreal para calmar nuestra sed de victorias en casa. No se si se me está entendiendo, puedo ser más explícito: soy una persona que de vez en cuando secundo acciones y manifestaciones que me parecen acordes a mis ideas. En ellas termino por no corear nada y vuelvo a casa pensando las barbaridades que llegamos a decir. A veces prefiero callar, a decir sandeces como: luego diréis que somos 5 o 6, Madrid será la tumba del fascismo, hijos de puta... Somos 5 o 6 a menos que nos empecemos a tomar en serio las cosas, Madrid está lleno de fascistas y agresiones casi todas las semanas, y las madres de unos desaprensivos no tienen la culpa de que su hijo se dedique a pegar porrazos. En otras ocasiones insultamos de manera errónea, palabras que podrían aplicarse a nosotrxs mismos: gordo, calvo, maricón, nenaza, madero me follo a alguien de tu familia, gafotas, puta... Todos estos atributos los tenemos todxs nosotrxs también y encima suelen ser insultos machistas, homófobos, insultos a determinados aspectos físicos mal vistos por aquellxs a quienes deberíamos odiar... La solución pasa sin duda por la originalidad, la honestidad y la autocrítica. Para no caer en el ridículo aprendamos a insultar mejor, practiquemos en nuestras casas antes, ante las paredes y comprobemos si lo que decimos es verdad o sólo lo que nos gustaría oír, si los insultos que esputamos nos rebotan y nos caen encima a nosotrxs mismxs. Probemos a gritar cosas que sean un reflejo de la verdad. Nuestrxs enemigxs tienen multitud de defectos exclusivos, no hay pocas cosas que llamarles.

Pascal Lamy, el director del FMI vino a mi universidad y se organizó un acto de protesta. En él, la mayoría de estudiantes insultaron a sus mercenarios como calvos, gordos, maricones, hijos de puta...insultos machistas y homófobos que podrían hacer mucho daño y que me hicieron darme cuenta de lo cazurros que somos algunas veces. En otra ocasión, en un desalojo que llevaba a cabo la policía, se insultaba a lxs familiares de lxs maderxs, se utilizaban insultos homófobos contra ellxs, o se les decía que ese era un desalojo ilegal. Si fuese un desalojo legal yo me partiría la cabeza igualmente. Creo que nuestrxs enemigxs tienen tantos defectos, que la única causa que esgrimo en estas situaciones es que las actitudes homófobas y de machitxs están muy arraigadxs en nuestrxs círculos. Por eso invito a reflexionar sobre ello y a buscar insultos y adjetivos que les duelan sólo a ellxs.