Aunque este artículo este basado sobre todo en una critica a las instituciones oficiales de enseñanza lo primero que tenemos que reconocer al hablar de la educación es que no solo se nos educa en los colegios, universidades, institutos… En nuestra formación como personas hay múltiples agentes educativos que influirán en nuestra educación: familia, medios de comunicación, amig@s, la sociedad… Dependiendo de cada caso nos influirá más uno u otro.

Ya hemos dejado ver que lo mas fácil a la hora de hablar de la educación es pensar en las instituciones oficiales de enseñanza, ya sean de gestión publica o privadas: colegios, academias, institutos, universidades… Oficialmente es donde recibimos nuestra educación pero, ¿Qué tipo de educación?, ¿Qué aprendemos y qué nos enseñan? Actualmente estas instituciones de enseñanza suponen una avalancha de datos, desde que iniciamos nuestro recorrido el colegio, hasta que lo damos por terminado cuando finalizamos una carrera (la educación debería acompañarnos durante toda nuestra vida). Dentro de esta avalancha de datos no tiene cabida la reflexión individual de cada persona sobre lo que se esta aprendiendo, el cuestionamiento de la información o el del profesor/a. Aun menos la persona va a estar involucrada en su proceso de aprendizaje, siendo meros receptores pasivos de la información.

Lejos de educar en la igualdad y en la diversidad, la escuela actual supone una selección del ser humano basado en la nota, creando un mercado de títulos que supone competitividad entre compañer@s o alumn@s condicionados para el resto de sus vidas debido a sus fracasos escolares.

Dentro de esta estructura se deja de lado la formación de la persona en su sentido mas humano, la de ser personas criticas y activas en su entorno, dejando de lado la educación política, ciudadana, educación afectivo-sexual… (en el mejor de los casos se llevan a cabo proyectos puntuales y sin continuidad para trabajar estos temas, en horas muy escasas y reducidas: tutorías, optativas…). La escuela actual lleva acabo un aprendizaje de simulación, sobre el mundo, no del mundo. No se aprende nada sobre la realidad en la oferta académica, lo real nos lo encontramos en la puerta del colegio, en los recreos… No aprendemos a ser responsables, puesto que no somos participantes de nuestro proceso educativo. En la educación actual los chaval@s no se encargan de la gestión de sus propios proyectos, no posibilitando la enseñanza a cambiar y a actuar sobre la realidad, puesto que estar educado también supone tener conciencia de los problemas del mundo.

Por otro lado ni siquiera todo el mundo tiene acceso a esta educación. Este acceso a la información tiene un precio: pagamos por las matriculas, títulos, diplomas, asignaturas… Aun optando por la enseñanza publica no es gratuita del todo, excluyendo de la educación a los mas desfavorecidos económicamente (o no tan desfavorecidos, la tendencia actual es a privatizar). El precio de la educación sube a medida que vamos avanzando dentro del sistema, suponiendo la universidad un gasto bastante elevado para un joven cuya única intención es aprender. Esto es así gracias a la enorme presión del mercado sobre la escuela: avances en los medios tecnológicos, libros, infraestructuras de elevado coste (cámaras de vigilancia, vallas, construcción de pabellones…)

Sin embargo en la historia de la educación se han llevado a cabo iniciativas y corrientes mas próximas a una educación mas liberadora: movimientos de renovación pedagógica, institución libre de enseñanza, educación acción, pedagogía libertaria… Sin embrago la educación actual debido a su carácter burocrático y mercantilista no facilita el progreso y cualquier cambio supone un proceso muy lento y costoso (de esfuerzo y mentalidad mas que económico).

Por otro lado el uso que se le da actualmente a los medios de comunicación deja mucho que desear en cuanto al carácter educativo que tiene en nuestros días. Prácticamente constituye el primer y más importante de los agentes educativos. Estos medios contribuyen a crear un mapa de deseos y representaciones basados en estereotipos conservadores, creando complejos (anorexia, bulimia, obesidad…), aislamiento, destruyendo valores humanitarios basados en la igualdad, respeto, amor… y sustituyéndolos por otros basados en la competición, egoísmo, desconfianza… Por otro lado, estos medios debido al enorme alcance que tienen suponen, al igual que la enseñanza en las instituciones oficiales, una enorme avalancha de datos: noticias, reportajes, películas, programas de la mas diversa índole… siendo nuestra mente incapaz de analizar todo lo que pasa por nuestros sentidos, pasando a ser meros consumidores de esa información (consumir en lugar de producir, ser espectadores en lugar de crear…)

Después de analizar este panorama desolador podemos pensar que no hay solución, que no vale la pena luchar por una educación liberadora del ser humano. Sin embargo últimamente existen pruebas de que el sistema actual falla: muchas personas demandan un tipo de educación alternativa desde movimientos okupas, asociaciones, colectivos… Desde estos foros, más libres que las instituciones oficiales, puesto que no dependen (incluso a veces se oponen) del sistema capitalista ni burocrático, nos encontramos con un tipo de educación alternativa que, mayoritariamente se lleva a cabo desde el ocio o el tiempo libre. Este tipo de alternativas facilitan una educación mas personalizada (mas adaptada a la persona individual o a un colectivo en cuestión), con una mayor capacidad de adaptación. Suponen experiencias de organización colectiva, canales afectivos, una continuidad basada en la propia motivación de la/s persona/as, facilita una educación en el territorio (urbano o natural)… Debemos apostar por una educación liberadora de verdad en lugar de una educación basada únicamente en adquirir conocimientos y datos sin ningún sentido práctico ni real.

“Los que educan son los procesos, no las personas: tenemos que ser creadores de procesos que permitan a la gente reflexionar, actuar, responsabilizarse y evolucionar, creciendo en pensamiento y acción”