mientras se deforman los huesos dejamos de leer lo que nos gusta, esperando a la suerte nos distraemos, fingimos escapar de lo que nos asusta.
En el fondo nunca corremos suficiente, cansado, me replican los dedos, inertes. Desapareciendo en una nube de polvo, negro como el pensamiento sordo.
Reiteran mis ojos el mensaje el cabeceo inevitable ante el esfuerzo, la ilusión, todo, se pierde en un momento. Todo menos las manchas del traje.
y me rasco la nuca y la cara, se me muestra la punzada exacta, como si el viento se llevara mis ojos para contemplarte intacta.
y destierro la calidez del cabello y entre extraños contemplo el tiempo sereno. se pierden voces como ecos y pienso. |