Cuan silenciosas son las miradas que furtivas colocamos en los demás. Evaluamos los gestos que nos regala la casualidad, interpretamos e inventamos historias, unas sobrias y otras llenas de sexualidad. Vivimos de cuentos, relatos. Necesitamos saber, crecer, disimulamos nuestra curiosidad por los demás o la llevamos al extremo. Farsa o cotilleo. Nuestro entorno inevitablemente nos conmueve en la medida en que nosotros nos implicamos en él. Igualmente necesitamos interaccionar con el entorno, algo que inevitablemente, lo transforma. Cambiar el entorno es inherente al hombre, la autentica diferencia reside en la dirección del cambio.
El hambre de datos ordenados que llamamos historias, relatos, información complementaria agrupada en bloques de conocimiento a nuestro alrededor. Somos curiosos por naturaleza, de nosotros depende explotar esa faceta que es la única válida para encontrarnos a nosotros mismos dentro de las circunstancias que inevitablemente nos rodean. Devoradores de historias, asustadizos emprendedores de ideas, generadores de datos para el resto de humanos. |