Rozó mis pestañas con su aliento, Simulando, como si yo no fuera esperpéntico. Mientras, un ejercito de escalofríos Abordaban todo mi cuerpo.
Describió un te quiero suavemente Entre las hojas, el humus y la simiente. Un alboroto que todo lo agita y Hace palpitar, suscita, impide replicar.
Serpentea ágil por toda mi piel, La fuerte convicción de crecer, El descanso del atardecer En la fortaleza de piedra y cincel.
Por minutos me congelé el ánimo Deseando un verso cálido en la sangre, Nada distante, cercano como un cuchillo, Entregada palabra al deseo, como una amante. |