Respiro la yesca y el pedernal, respiro la pólvora que me da de comer, pues ya no duermo, ni como lo que los demás, el odio alimenta mi mente como revitaliza mi cuerpo la yesca y el pedernal; crezco con olor a goma quemada, caucho de sinceridad, de rabia… y en el fondo, la nulidad. Asfalto caliente que se pega en mi desazón y desidia transformándolas en tediosos lastres imposibles de arrancar sin sangre. Polvo, tierra, sudor y silencio… asfalto asfixiante, viento de modernidad, sangre en el suelo, en las manos y en la realidad, ¿Quién quiere creer?... ¿Quién puede creer?... ¿Alguien puede afirmar?... polvo, tierra, sudor, silencio… manchas de sangre, espejos rotos, sin reflejo… vientos de mundos modernos, sin identidad. |