Tumbado vienen a mi las olas de sal que antaño desnudé entre sueños de tranquilidad y superación. Con esfuerzo frunzo el ceño para concentrarme en cada imagen de aquello, cada olor, o el sonido del viento cálido y suave... Sin embargo, la realidad hace descarrilar el tren que me acercaba con tanta velocidad... Despierto y haciendo por dormirme de nuevo, sin saber que antes no cerré los ojos ni un segundo, descubro una ventana, una abertura en la pared de tensión y ligaduras... No es más grande que el ojo de una aguja y a mi me parece tan escandalosamente genial que me produce un efecto anestesiante. Por fin, he recuperado lo único que necesito, esperanza y oportunidad.
Esta claro que cada día es más difícil hacerse el dormido para poder dormir. |