22/10/08 |
melancolía, mi estación preferida
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Desperté desnudo bajo un mar de otoño, ruidoso viento, grisáceo cielo y frío en los huesos. No comprendía, después de tantas hojas caídas por la fuerza del aire, cómo algunas seguían resistiendo en lo más profundo de las copas, bailando incesantes, como los júncos en el cauce de un río. Justo entonces, noté que llegaba el tren, recogí mi ropa de realidad, me la puse con cierta torpeza y desestimé la cantidad de palabras que me había brindado ese instante de ensimismamiento. Puse un pie en el vagón, tomé aire caliente del interior y, sin pensarlo, volví a salir. Algo dentro de mí pretendía evitar que me perdiera el melancólico espectáculo anual, que me perdiera esa parte de nosotros mismos en la que necesitamos despojarnos de todo aquello que no nos hace falta; el momento en el que es necesario ahorrar energías, compartir sinfonías de viento, en un parque, en la calle, bajo y sobre las hojas. |
posteado por david @ 2:31 |
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