Siento en mi vientre la hierba, la huelo verde. Las nubes entre mis ojos, que en los tuyos me recuerden.
No hay silencios, el alborozo constante del tiempo a su paso.
El espejo eterno, manantial corriente, vive como antaño.
Y en la piedra llana pararse a pensar, a buscar... Como dijo el sabio... “los infinitos del camino”...
Entre lo extraño, el miedo y el regocijo. Caminar con los ojos sobre el horizonte, sin parar...
Sin detenerme a parar, caminando en pos de la libertad... Simplemente soy yo mismo, nada más...
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