No hay hojas en el prado, ni hierba, ni agua, ni sobresaltos... El tiempo se los ha llevado, han decidido matarnos de asco, de prepotencia humana y soberbia divina. Sin fuerza en las manos ni en los dedos para arrancar de la vida la última sonrisa. como un maestro de esgrima, intentar tocar sin ser alcanzado... En mundo apagado, sin vida, pero lleno de ganado, todo perdido.
Sentido vacío, del que huímos y lo convertimos en crema para las irritaciones que producen las autojustificaciones. Sin pasos rectos, con el mercader vendido, sin pasiones, sólo funciones, teatros de pago y mal resultado... Suena a pasado, pero nuestros pasos nos llevan hacia el abismo, donde no esta nuestro reflejo autocrítico, sino el cadaver de la humanidad maldita, encerrada en el cuerpo fascista de los hombres y de las mujeres.
No hay olas en el viento, ni reflejos en el mar del cielo, ni momentos de silencio y convivencia... solo desierto, sin sueños, pensamientos muertos... vidas aplastadas una por una, unas tras otras, por insensibles cicatrices marcadas en la piel por paredes invisibles para tus ojos... No hay amapolas, ni sensaciones plenas, solo corazones rotos en un mundo de espejos opacos y realidades repletas de dinero vacío...
No hay olas, ni hojas, ni prados, ni fuego... solo ascuas esperando un brisa para prender la chispa. |