Las miradas se cruzan esquivas una y otra vez, recorren el suelo, perfilan los zapatos de quienes se aposentan en frente, el ritmo del viaje hace el resto… suaves movimientos que confluyen en ligeros encontronazos, contactos fugaces, interacción de disculpas, por fin se habla… La melodía de fondo permite que haya quienes se dejen llevar por la suavidad del viaje, habrá quienes relajen sus ojos y los dejen caer, sencillos y comunes, se pierden de vista la soberbia y la mezquindad. Los pequeños hilos que tejen los sueños se liberan, vuelan de oído en oído, de vecino en vecino. Las rodillas y las piernas bailan con flojera al son del traqueteo, mientras las cabezas cansadas, como en trance, golpean incesantes con ligereza contra las frías ventanas, desde donde nos mira el paisaje. Los contornos se desdibujan a nuestro paso, la hierba estridente se mezcla con los azules del cielo, bordeados por el intenso color del barro rojizo, mientras miles de árboles y plantas les dan sombras rayadas, todo se desfigura ligeramente… Sin embargo, cada cual coge el pincel de una manera diferente, cada ventana es la puerta al mundo de cada viajero, aunque mientras muchos compartimos el espacio, otros dejan libre su lugar y, en una explosión, desvanecen sus cuerpos y dejan que sus almas trepen, dejan que caminen sobre los hilos que tejen los sueños, se desfiguran con el paisaje, difuminando los colores intensos del viaje, aportando la paleta donde mezclarse con las almas de antaño, esas que no vemos pero que siguen acariciando nuestros cabellos en la silenciosa noche… de nuevo, una ligera llovizna lo limpia todo, como lágrimas que bordean mis mejillas, como ríos que acarician las orillas del cauce, hasta hacer profundos e insalvables barrancos llenos de viento furioso, de dolor… insalvables… |
Puto tren que nos lleva a donde no queremos y a la hora a la que no queremos...orgullo cero...